domingo, 5 de agosto de 2012

UN SUEÑO INACABADO





Y se fue
deslizándose por un espacio
casi invisible,
de contornos olvidados
y cuernos de árboles
insatisfechos.
Le entró miedo,
un miedo
apenas audible.
Las manos le comenzaron a temblar,
sudorosas
y un aullido de pánico
le envolvió los ojos
al sentir con los dedos de los pies
el mar.
Tragó saliva.
Parecía que el suelo
se estaba moviendo
o que el cielo
se derrumbaba sobre él.
Me miró y yo no supe qué decir.
Entonces los ecos
de un sueño inacabado
se enfrentaron
a la agonía y al placer;
los poemas de amor
se enfrentaron a los poemas tristes;
(o alegres)
el miedo, al valor;
el sonido, a la poesía.
Y me desperté. Finalmente
desperté,
y solamente recordaba
el mar
y las ganas de volver a él.

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